Hoy se siente bien ser Mujer




El debate entre Donald Trump y Hillary Clinton del 26 de septiembre en el Hofstra University en Long Island fue una culminación de todas las noticias de la campaña electoral presidencial de los EEUU con sus propuestas y contradicciones, al mismo tiempo en una presentación de dos horas.  Aunque fue la misma noche de “Monday Night Football” una noche importante para los seguidores de Futbol americano, se había especulado que habría más que 100 millones de personas mirando el debate dentro de los EEUU.  Y eso no contemplaba el resto del mundo mirando.
El debate empieza con Donald Trump citando México tres veces en la misma frase con una  postura de anti libre comercio. El piensa romper los contratos de libre comercio y negociar los arreglos con cada país del mundo para proteger los intereses del trabajador americano. Rechazó la postura de Clinton con los hechos de su esposo Bill Clinton, el 42do presidente de los Estados Unidos quien presentó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en inglés North American Free Trade Agreement (NAFTA) con Canadá, y México.  La respuesta de Hillary Clinton fue con la exactitud y fortaleza, no tanto en lo que dijo, si no en la forma de decirlo.  Respondió nada de los hechos de su esposo, si no su historia laboral.  Cuando ella fue senadora aprobó y negó varios tratados de libre comercio en los cuales era importante incluir los derechos de los trabajadores y protegerlos además sacar mejores precios y trabajos a los norteamericanos que puedan vender sus productos afuera para una economía del siglo 21. Las palabras e ideas detrás eran tan importantes como las formas en que explicaba la necesidad del comercio exterior a un ignorante. Esa fue la forma que enmarcó el resto del debate. 
“Donald” le dijo Hillary Clinton, con una sonrisa simpática, pero con fuerza y pensamientos contrarios atrás—minimizando Trump palabra por palabra.  Riéndose de sus ideas, pero poniendo los hechos atrás de sus respuestas. Esto la hizo parecer más inteligente, a veces “cocky” (engreída), con demasiada autoconfianza, sacaba el sexismo del hombre quien no esperaba este tratamiento de una abogada de Yale y ex primera dama de los EEUU.  Utilizando un traje completamente rojo (un color que generalmente simboliza los republicanos) con unos tacones simples, ella parecía pequeña al lado del Donald Trump, quien, con su pelo midiendo un metro arriba de su cabeza confundía el público con su uso de la corbata azul generalmente reservados por el partido demócrata. Tardaba Trump medio debate antes de usar su nombre de manera directa, pero la táctica funcionó de Clinton.  Entre los temas importantes: comercio, empleo, política fiscal, crimen y violencia urbana, impuestos y relaciones internacionales, caía en la misma trampa Trump hacia el exsecretario del estado. Hablando como ridicula de sus ideas sin fondo.
 Aunque en la presentación de sus ideas Trump fue mejor en las áreas de comercio y empleo. Los momentos más débiles fue en los temas de relaciones internacionales, raciales y la seguridad dentro de los EEUU como afuera con nuestras alianzas como NATO (The North Atlantic Treaty Organization).  Su postura de “ley y orden” presentó la oportunidad de ataque por parte de Clinton diciendo que ella fue “preparada no solamente por el debate si no para ser Presidente.” Finalmente encontramos la verdadera Hillary Clinton quien tenía mejor preparación y más compromiso al bien común con mucho carácter de der la primera Presidenta de los EEUU.

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